Es cuando después de uno de esos días lluviosos, donde llueve y llueve y no deja de llover por muy poca que sea la cantidad de lluvia, con el cielo gris puedes compartir un delicioso y calientito café con una agradable compañía, donde entre otras cosas, se comparten palabras, experiencias, problemas, ilusiones y desilusiones.
Donde, a pesar de que las intrigas no son del todo resueltas y quedan en meras hipótesis, se experimentan momentos de extrema seguridad, tranquilidad, confianza y la certeza de que alguien te pueda entender, tal cual, lo que sientes.
* ¡Que bueno que necesitaba el disco de Office! jaja.
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