viernes, septiembre 08, 2006

Lo difícil de la profesión

Creo, porque quiero creer, que todas y cada una de las carreras profesionales tienen un punto débil como el talón de Aquiles; el de la mía es la cuestión de "involucrarse" en las situaciones problématicas de las personas.

Ayer en especial me pasó, por primera vez, aunque ya me había sentido un poquito mal con otros problemas de los chiquitos, esta me pegó muy fuerte.

Uno de mis niños en el hospital tuvo un accidente automovilístico, en el cual murieron su cuate (8 años) y su abuela materna, su mamá se encuentra estable pero no fuera de peligro en Piedras Negras, su hermano menor (2 años) está en el hospital con muerte cerebral y él con múltiples lesiones en todo el cuerpo y, donde la mas afectada es su cabecita la cual tiene una sutura de incontables puntadas.

Como se puede entender, el caso es horriblemente traumático para todos los miembros de la familia y yo, al estarlo escuchando de viva voz de la abuela del niño, mi vista comenzó a nublarse, mis oídos escuchaban un grave timbre que no me permitía escuchar del todo bien a la señora, empecé a sudar a cantaros y, queriendo evadir la conversación, más por mi que por la señora mi estado fisico empeoraba. Como pude terminé la platica y salí casi corriendo a la sala de urgencias donde tengo mi miniescritorio, me senté y tuve enormes ganas de llorar y de compartir con alguien lo que esto me estaba provocando.

Las únicas personas en las que pensé en ese momento fueron: Hilda, Ale y Vicky pero sentí que probablemente pensarían que no era para tanto. Alguien me mencionó "No te involucres", cosa que yo ya se desde que entré a estudiar Psicología, pero una: estoy empezando, son apenas mis primeros pasos como psicóloga y creo que tengo el derecho de equivocarme y otra: cómo se puede llegar a ser tan fuerte que al ver el dolor ageno y más el de un pequeñito que aún no sabe la pérdida tan grande que ha vivido se pueda contener esa lágrima, ese sentimiento de dolor que también se siente.

O será que yo soy tan pero tan chilletas, tan pero tan sensible que me resulta casi imposible sentir lo que siento.

Busqué ayuda, dos de las personas a quienes mas admiro como Psicólogas, Ruby y Amparo, no las encontré y me quedé con ese sentimiento y mis lágrimas guardadas; al llegar a mi casa a mi mamá le tocó escucharme, incluso ella también soltó unas de cocodrilo no sé si por mi o por el caso pero esto me hizo sentir mejor. También tengo que agradecer al Innombrable que se aparece cuando lo necesito y también escuchó y aportó algo a la situación. El es bueno y por eso lo quiero, siempre sabe qué decir cómo y cuando decirlo para hacer sentir bien a alguien o, bueno, al menos conmigo lo logra.


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