lunes, septiembre 08, 2008

De lo más bello que he leído

Crónica de mi primer día de vacaciones en Saltillo; por Luis Edgar (Mi Novio)
Jueves 01 de mayo de 2008

Hoy es un día inhábil, que suerte, me levanto temprano, me veo al espejo y me descubro con una sonrisa dibujada en el rostro, el motivo: hoy, después de 5 largos meses, nuevamente te veré y estaremos juntos.

Intento despertar y dejar atrás tantos sueños que tuve la noche previa, recordando los momentos vividos de hace tiempo e imaginando todo lo que sucederá en estos días, planeando. Me sorprendí realizando toda una bitácora de lo que serían estos días a tu lado, todo lo que haríamos, los lugares que visitaríamos. Cierro los ojos y me imagino el momento de tu llegada; al abrirlos, solo puedo sentir como cae el agua sobre mi cabeza.

Después de ir a hacer una compras obligadas con la familia, me siento en la sala de la casa, enciendo la televisión y entre partidos diferidos de fútbol y películas animadas espero que se llegue la hora de sentarme a la mesa a comer, espero que el tiempo siga avanzando, ya casi es hora de salir rumbo al aeropuerto para esperarte, para esperar tu llegada, tu tan ansiada llegada.

Finalmente es hora de partir rumbo al aeropuerto, enciendo el auto, reviso la gasolina, oops cielos!!! Creo que necesito llenar el tanque, esta bien, haré una escala técnica en una gasolinera y así aprovecho para comprar algo para beber durante el camino, el calor es intenso.

Después de la parada técnica me aventuro en la carretera siguiendo únicamente mis instintos y mi sentido de ubicación espacial, es lo único con lo que podré llegar a mi destino. Por un momento me perdí, y fue en ese momento donde tuve que aplicar el sentido de la ubicación y bueno, también hubo que preguntar a alguien sobre como llegar a donde me dirijo. Después de recibir indicaciones enderezo el rumbo y continúo mi camino, no hay mayor problema, tengo tiempo de sobra.

Finalmente supe como llegar, ya estoy a escasos minutos de llegar al aeropuerto, ya veo los aviones aterrizar y otros despegar, estaciono mi auto en el primer lugar vacío que encuentro y salgo corriendo a pedir mayores informes sobre tu vuelo.

Son las 5 de la tarde, tu vuelo aterrizará a las 6 con 10 minutos, llegué con bastante tiempo de anticipación, se que odias la impuntualidad, no me hubiera gustado tenerte esperándome. Regreso al auto, busco un lugar para estacionarme un poco más cerca de la puerta por donde saldremos más tarde. Estoy ansioso.

5:15 p.m. estoy dando vueltas por el aeropuerto, la sala de llegada es algo pequeña, no hay mucho que ver, después de husmear un poco, encuentro un lugar de venta de revistas y libros, los hojeo. No hay resultados, ninguno capta mi atención, estoy pensando en otra cosa, muy distinta.

5:30 el tiempo no avanza y el tablero que anuncia las llegadas de los vuelos internacionales no marca el vuelo procedente de Nueva York. Comienza la desesperación. Tomo asiento en una de las bancas de la sala de espera, veo gente entrar y salir, veo gente que llega en sus respectivos vuelos y se nota sus rostros de felicidad por llegar aquí, al igual que la de las personas que los esperan, reencuentros, abrazos, sonrisas, pareciera que el aeropuerto es una sucursal de la felicidad; sin embargo, del otro lado, hay despedidas, lágrimas, sueños en suspenso.

Y el tiempo continúa su marcha, ya solo faltan 10 minutos para tu llegada, me levanto de mi asiento y camino rumbo a la puerta de acceso, por donde llegarás, camino de un lado a otro, cada minuto parece una eternidad. El vuelo finalmente fue anunciado, llegará justo a tiempo, sin retrasos, cada vez falta menos. Y yo sigo caminando de un lado a otro dando la espalda a la puerta con la esperanza de que la siguiente vez que voltee te vea parada justo allí.

La espera es abrumadora, las mariposas en el estómago hacen de las suyas en su afán de acrecentar el nerviosismo propio del momento, hasta que… finalmente, entre un montón de maletas, te veo a lo lejos, trato de ocultarme para que no me veas y tratar de ser algo sorpresivo, para fortuna tuya, volteaste y me viste, una gran sonrisa se hizo presente en nuestras caras, la mano saludando, el corazón latiendo más de prisa, ya estabas a unos metros de mis brazos, gracias al cielo.

Las maletas al suelo ante la mirada de la gente que estaba alrededor, nada importaba en ese momento, solo correr hacia el otro y fundirnos en un fuerte abrazo y en un beso grande, un beso tierno, de esos labios que hacía ya 5 meses que no besábamos. Por un momento el tiempo se detuvo, sentí que desaparecieron todos los ruidos, no había sensación alguna más que la de nosotros dos, finalmente estas aquí, fue tan larga la espera, no podía faltar un Te Amo.

No podía articular palabra alguna que no fuera el Te amo, esas dos palabras que he dicho con tanto gusto cada día desde que te fuiste, solo puedo pensar en abrazarte, en besarte en sentirte cerca, me haces tanta falta, te extraño tanto.

Salimos del brazo, cargando tus maletas, y todos esos sueños que traías de vuelta, no quería que el tiempo avanzara, quería que siguiéramos así, abrazados, eran tantas las ganas de hacerlo.

Finalmente, entre la emoción de volver a verte y de estar nuevamente contigo, nos dirigimos al auto, depositamos las maletas en la cajuela del coche y nos dimos nuevamente un abrazo fuerte y un beso de esos que pareciera que no hay nadie alrededor, solo tu y yo. Partimos rumbo a nuestra ciudad, la que nos esperaba con tantas cosas por hacer, con tantas emociones por vivir.

Durante el camino platicamos del vuelo, del caos que fue la carga de tantas maletas, y no perdíamos el tiempo en cada semáforo en rojo para darnos un beso más, para decir cuan grande es el amor que sentimos el uno por el otro. Fue tan bello sentir nuevamente esa emoción y esa delicadeza de tener tu cabeza en mi hombro mientras yo iba viendo el camino, cada palabra, cada canción que escuchábamos, tantos recuerdos que traíamos a nuestras mentes.

Llegamos al lugar donde nos esperaban los amigos, también ellos te esperaban con ansia, pero no tanto como yo. Un par de tragos con ellos y luego, llegar al lugar donde pasaríamos esa noche, el lugar más paradisíaco que puede existir, mi habitación.

Primero cenamos con la familia, platicamos de tantas cosas, hasta que el cansancio hizo de las suyas y nos envió a dormir, esa era la idea, pero había tanto que decir aún, habían tantas cosas de que enterarnos, aunque la comunicación siempre ha sido muy buena durante todo este tiempo, no hay mejor forma de platicar que estando frente a frente. Disfrutar de tus palabras y las mías, de tu risa que se suelta después de cada estupidez que digo con toda la intención de hacerte mejor el día.
Ese momento fue genial, tenerte junto a mí, abrazados en la misma cama, donde podríamos dormir juntos, sin importar mas lo que sucediera afuera, en el mundo. Sentir tu cabeza en mi pecho mientras acaricio tu cabello y te digo nuevamente cuanto te amo, para después darte un beso tan apasionado.
Esa noche fue genial, casi no pude conciliar el sueño, te contemplaba de espaldas, mientras tú dormías, y me daban unas ganas tremendas de acercarme y besarte suavemente, apenas rozar tu piel para que sintieras que estaba ahí contigo, y decirte entre susurros al oído lo importante que eres para mí. Así fue toda esa noche. Te desperté dos horas antes de que saliera el sol, a besos en la cara como dijera una canción, fue algo sensacional, en ese momento me di cuenta que es contigo con quien quiero despertar cada mañana.