domingo, noviembre 26, 2006

Un poco de tacto

En un hospital uno, la mayor parte del tiempo, se enfrenta a situaciones difíciles, a noticias crueles y duras que hay que transmitir a un otro a quien, por supuesto, le dolerán más que a uno mismo.
Desde que entré a trabajar ahí, escuchaba malas noticias, ya sea que alguien me las platicara directamente o escuchara conversaciones sin querer hacerlo; pero nunca me había tocado presenciar una escena tan cruel como la del jueves:
Una madre llega con su bebé en brazos gritando que lo atiendan porque algo le pasa, de inmediato se hizo una tormenta de médicos corriendo de aquí para allá, trayendo aparatos que yo en mi vida había visto, todos alrededor de la camilla donde habían recostado al bebé de apenas un mes, tratando de reanimarlo un tiempo que no se bien a bien cuanto fué pero que se me hizo eterno; llega una doctora experimentada y sin hacer más que ver al niño, alcanza a decir que el bebito está muerto y no hay nada más que hacerse, hubo silencio total en toda la sala de urgencias, médicos, enfermeras y, por supuesto, la psicóloga (osea yo) nos mirábamos unos a otros sin pronunciar palabras. Ellos (los médicos) siendo residentes y no con mucha experiencia dudaban en quién sería el indicado para dar la noticia, se tardaron tanto en decidir que la dra. experimentada hizo pasar a la mamá pero sin más tono de calidez verbalizó que el bebé estaba muerto desde hacía mucho tiempo, le gritó, la agredió verbalmente, le manifestó abiertamente que no le creía que el bebé estubiera vivo en la mañana insinuando que probablemente ella tenía algo que ver; la pobre muchacha de 16 años, lloraba desconsolada; mi estómago se comprimió y mis ojos se humedecían y deshumedecían en cuestión de segundos, mis manos sudaban y no pude concentrarme más en mi trabajo.
Mi miedo era que pudieran pedirme que interviniera, que hiciera algo y yo, solamente podría correr o llorar.
Mandaron llamar al ministerio público para que continuara con el cruel interrogatorio a la mamá del bebé, para, al final sólo poder decir que el bebé murió del síndrome de muerte súbita y ella era totalmente inocente.
Mucha gente, en especial los papás de otros niños que estaban internados o en observación, se indignaron con el trato a la señora, la psicóloga y yo también; no niego que en algunos casos es necesario investigar ya que muchas veces los bebes mueren por negligencias de los padres pero hay formas para dar noticias y formas sutiles de investigar sin llegar a agredir emocionalmente a otras personas.
Médicos y psicólogos, en especial, tenemos la obligación de actuar por el bien de la gente y no para chingarlos más, es necesario recordar que TODOS sin alguna excepción tenemos sentimientos muy especiales hacia los seres más cercanos a nosotros, por lo tanto, al dar noticias sobre ellos es indispensable actuar con mucha cautela para, mínimo, reducir el impacto del golpe emocional.

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